martes, 13 de julio de 2010

DIMES Y DIRETES

Domingo de junio cerca del mediodía. Centenares de hombres y mujeres gays, lesbianas, travestis y uno que otro hetero solidario se aprestan a salir en la marcha del orgullo gay por calles de Caracas. Mototaxistas, de los mismos que transportan a alguien apurado hacia otro punto de la ciudad o llevan encomiendas, con sus cascos negros, lentes oscuros y pinta de jóvenes de barrio, encabezan el desfile. La única diferencia es que ese día llevan una franela blanca con un pequeño arcoiris impreso y la frase Orgulloso de ser gay. No parecen.

Le sigue una carroza del colectivo gay y lesbianas del PSUV, desde donde reparten las franelas que lucen los mototaxistas y otra gente. Detrás centenares de jóvenes con banderas arcoiris, los mismos colores pero pintados en las mejillas como en los partidos de fútbol, cuerpos semidesnudos para lucir pectorales, abdómenes como barras de chocolate, pantalones bien ajustados que tornean las nalgas, los muslos, el pene. También se ve una que otra barriga pronunciada. Mucho sudor y entusiasmo. Delegaciones de varios estados del país. Muchachas con escarcha en los párpados, de la mano con su pareja, algunas no tan cuidadas como ellos. Otra carroza y otra y otra. Entre changa y techno se escucha la arenga desde un camión por el derecho al respeto y la igualdad de los GLBT, las siglas de este colectivo. ¿Qué es eso?, ¿un nuevo partido?, pregunta una señora intrigada por esas letras. Nadie responde.

Dispersas entre aquel gentío, las Drag Queens, fabulosas, como si estuviéramos en una gran ciudad: mucha lentejuela, plumas coloridas, disfraces sin que se les vea la costura. Maquillajes perfectos. Glúteos y senos hechecitos. Eso muestra que las cirugías estéticas forman parte del orgullo nacional.

Policías de Chacao, comisionados para proteger la marcha, conversan sobre el evento.

Policía 1: …Pero esto es bueno que pase, porque se dejan ver, uno sabe cuántos son.

Policía 2: Yo tengo un sobrino gay que está allí, desde chiquito era así. Mi hermana lo tenía cargado para sacarle los gases y él se movía así (hace una morisqueta afeminada)

Policía 3: Si es que se nace así. Aunque dicen que gay no nace sino que se hace…

Mujer Policía mira hacia otro lado con indiferencia.

Policía 2: Eso es lo que yo digo. Yo le decía a mi cuñado cada vez que el chamo lloraba: “Déjalo llorar y dale una patada por ese culo para que aprenda”, pero pa’ que tú veas…

Con una bulla, la marcha parte desde el Parque del Este, donde centenares de familias y deportistas siguen disfrutando el feriado.

Muy cerca, donde está una estatua de Miranda que señala el comienzo de Chacao, una señora y un señor, cincuentones que recién hicieron sus ejercicios dominicales, están detenidos para ver lo que pasa. Visten shorts, gorras, koalas, colgaderos para el agua y zapatos deportivos de última generación, todo en perfecta armonía.

Señora: Ufff, ¿de dónde salen tantos?

Señor: No sé, debe ser que estaban enclosetados.

Señora: Sí… ¿pero tantos?

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Dos cuadras más allá, frente al Centro Plaza, dos amigas cuarentonas también regresan de su deporte dominical. Sudorosas, pañuelo en mano y con atuendos que parecen comprados en la misma tienda donde los compró la pareja que estaba frente a la estatua de Miranda.

Amiga 1: Úpale, esto parece una marcha de la oposición: gente, gente y gente. Mira, todavía viene una carroza más allá y más gente…

La Amiga 2 calla, como sorprendida.

En la plaza del Indio, en lo que sería Chacao-Chacao, está una señora sesentona, lentes oscuros, labios recién pintados, rojísimos, con un ramo de flores en una mano sin ser madrina de ningún equipo deportivo y una bolsa plástica de supermercado en la otra. Al lado están un señor que parece mayor que ella, ojos azules, vivaces, podría ser su marido, y una amiga, bajita, que casi no se ve entre el grupo de espectadores.

Señora sesentona: ¿Quién iba a creer que íbamos a ver esto? Esto se lo llevó el diablo. Esto es culpa de Chávez, como Sodoma y Gomorra.

Señora bajita: No, eso es culpa de Ricky Martin por haber salido del closet, ¿qué le costaba seguir allí sin hacer pública su cosa?

El señor, callado, sonríe.

Señora sesentona: ¡Qué asssco!

Y siguen su marcha con los suyos en sentido contrario.

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Grupo de hombres atraídos por la bulla de la multitud han salido a la puerta de un Centro Hípico en una esquina de Chacao. Algunos con gaceta hípica en mano, otros con botella de cerveza, cigarros. Todos, en sus comentarios y posición física hacen gala de su masculinidad.

Hombre 1: Eso es puro pargo. Tú lanzas la caña y pescas.

Hombre 2: Hay para todos los gustos, hasta cachaperas. Mira a aquella que está buenota, uno se las coge igual, mujer es mujer.

Hombre 3: Anda, métete, González, no te dé pena, lo único que tienes que hacer es bajar esa escalerita (empuja a González por el hombro, pero sin mucha fuerza) ¡Baja, baja, jajajaja!

Hombre 4: Veeeerga y cómo es que son tantos, allí hay de todo, ¿de dónde salen? En este país se acabó el futuro, son jovencitos.

Hombre 5: Eso lo que es es una laguna ‘e patos…

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Dos hombres con sus esposas salen de almorzar en el restaurant La Huerta, ya en la avenida Solano de Sabana Grande. Mientras viene el parquero con su 4 x 4, contemplan el desfile.

Uno de ellos (en actitud de sobrado): Vamos a echarle ojo porque por allí deben estar aquellos que viven en el edificio. (Dirigiéndose a la otra pareja) Son nuestros vecinos, imagínate uno es profesor universitario y todo, hasta coordinador de un postgrado dicen que es.

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Una joven marchista discute con su novia detrás de un kiosco en la avenida Solano, le da una cachetada. La cacheteada no se defiende sino que adelanta el paso.

Un activista de derechos humanos, que presencia la escena, se aproxima:

--No, con violencia nada. ¿Por qué tienes que pegarle?

La joven se queda atónita, pero no se asusta, ni es agresiva, ante la intervención del hombre.

Bueno, porque no hace caso.

Pero por eso no tienes que pegarle, háblale.

No, es que esa no entiende nada. ¿No ves que es una carajita?

Pero por ser carajita es que puede aprender. Si fuera una bejuca, dicen que lora vieja no aprende a hablar, pero a esta háblale. No uses la violencia, que nos tiene jodidos a todos, a ti, a mí.

La joven lo ve sorprendida y cruza la calle donde la otra, medio asustada, medio arrecha, la está esperando.

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Grupo de jóvenes mesoneros frente al esrtaurante Urrutia, en la avenida Solano, encaramados en un pretil que les permite ver la marcha desde arriba.Uno, refiriéndose a una travesti: Mira, allí viene una vestida de mariposa pero pa’ mí que la pisaron porque es bien fea.

Otro, viéndola: Verdad, mejor se hubiera quedado encapullada.

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Grupo de hermanos y hermanas evangélicos en una esquina cerca de la iglesia de El Recreo. Ellas con falda más abajo de las rodillas, ellos con corbata bajo el sol del mediodía. Algunos tienen en sus manos ejemplares de Atalaya que no entregaron esa mañana.

Hermano cuarentón, queriendo pasar la calle pero impedido por el largo desfile, suspira levemente y dice: Dios tiene que recoger a tanta oveja descarriada.

Hermano como de veinte, sentado en una escalera junto a varias hermanas: Esos los que quieren es casarse, dicen que van para la Asamblea Nacional a que les aprueben el matrimonio. Dicen que es por lo de la ministra de la Defensa.

Hermana sentada al lado del hermano: ¿Qué tiene que ver la ministra de la Defensa con eso?

Hermano como de veinte: Esa es una ministra que tiene Chávez, dicen que es lesbiana y ella es la que puya la cosa.

*******************************************************************************Grupo familiar frente al restaurant Da Guido, ya finalizando la Solano y la marcha. Mientras esperan que el parquero les traiga el carro son espectadores obligados.

Mujer 1: Esto nunca lo había visto aquí…

Marido de la mujer 1: No, esto es nuevo. Esto pasa en Madrid, en Nueva York, en Amsterdam pero aquí no.

Mujer 2 (señalando a un joven que por toda ropa lleva un tanga y el cuerpo bañado en escarcha plateada): Pero mira a aquel, mira el cuerpo que tiene (con tono de envidia), ¡qué horror!

Mujer 1: Esto era lo que nos faltaba. Esto se perdió. Mejor nos vamos de aquí.

Marido de mujer 1: ¿Pero cómo nos vamos?, ¿no ves que todo está trancado?

Mujer 1 (haciendo intento de desplazarse): Como sea, como sea. Los pisamos.

Marido de mujer 2: Aquí hay de todo. Hombres, mujeres, jóvenes, viejos…

Mujer 2: Con razón que no se consiguen hombres. Bueno, ahora ni mujeres.

Mujer 1 (ya olvidada de su apuro por irse, mientras su marido la agarra por el brazo para llevársela a no se sabe dónde): Lo que hay que hacer es que la que tenga marido que lo amarre y el que tenga mujer que la amarre.

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Y regresando al Parque del Este desde donde salió la marcha, algo que se me olvidaba.

Dos jóvenes madres, cada una con un coche de bebé y rodeadas de otros niños que corren a su alrededor, contemplan aquel desfile mayoritario en hombres jóvenes, de cuerpos esbeltos, mucho pecho cuadrado descubierto.

Madre 1: Tanta carne perdía.

Madre 2: ¿Y a ti te está haciendo falta?

Madre 1, sorprendida, pero segura: No.

Madre 2: Entonces, pa qué dices.



Fotografìas: CARLOS ANCHETA

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