viernes, 25 de junio de 2010

Ojodepescado sobre mi mesa de cronista



Joaquín Pereira


@kinjote

Se supone que en este ejercicio debería escribir un texto donde presente una visión de 360° de un lugar. He decidido mostrarles esta mesa donde - sobre todo en las noches cuando rindo más- redactaré la historia de una cosa que cayó del cielo y que impresionó a los habitantes de un pueblo del interior ya conmocionados por la intempestiva salida de su párroco, el padre Jhonny Tesare, por supuesta pederastia, aunque no se le comprobó.


Como para ganar ánimo preparo un café mientras hago esta especie de inventario de datos recolectados en varias incursiones de la investigación sobre el tema. El olor no es tan bueno como nuestro aromático Café Madrid pero supera al Fama de América post-expropiación del gobierno. Es un café que traje de Ecuador en abril cuando fui a recibir un premio de fotografía otorgado por el Fondo de Desarrollo de las Naciones Unidas para la Mujer. Una foto que me sirvió para conocer la mitad del mundo y disfrutar ahora de un estupendo café.


Estoy escribiendo en mi laptop Sony Vaio serie FE modelo PCG 7R2L que pude comprar gracias al premio de fotografía que me otorgaron en Ecuador. Es igual a una que tuve hace dos años y que me robaron de un apartamento en la urbanización Santa Mónica, en uno de mis intentos de sobrevivir de forma independiente en la capital de Venezuela. Me gusta que mi computadora se llame FE, palabra que ayuda a caminar cuando el dinero escasea.


La laptop descansa sobre un mantel blanco bordado por mi madre, María da Conceicao De Gouveia Pereira de Camirra, antes de salir de su natal Madeira, isla conocida como la perla del Atlántico y que proporcionó la mayor cantidad de emigrantes portugueses que arribaron a Venezuela, la mayoría con una mano adelante y otra atrás, según refiere Antonio de Abreu Xavier en su libro Con Portugal en la Maleta. Es una historia que conozco desde niño gracias a los relatos de mis tíos de cómo tuvieron que venir antes de cumplir 18 años para no ser enviados a la guerra en Angola, una de las colonias portuguesas en África. Los colores de las figuras bordadas en el mantel aún siguen brillantes pese a los años y el uso: amarillo, rojo, verde, azul…; hay flores, gallos, niños, bailarinas…


Mientras escribo decido conectar a la laptop mi iPod Nano para que se cargue. Me lo gané en una rueda de prensa en la ya extinta Radio Caracas Televisión realizada con motivo al estreno de una telenovela inspirada en la obra de Rómulo Gallegos La Trepadora. Es curioso como siempre cuando escucho música en mi iPod recuerdo a la actriz Norkis Batista, protagonista de la telenovela, que se atrevió a decir que no había leído la novela de Gallegos y que no pretendía hacerlo: aumentar el tamaño de los senos pareciera valer más que mejorar la cultura literaria.


Un libro destaca entre los papeles dispuestos sobre la mesa. Se trata del texto de los años 70 escrito por Yosip Ibrahim titulado Yo visité Ganimedes. Me lo conseguí en un asiento del Metrobus el día que la periodista Zaida Montesinos, directora del semanario Impacto Positivo, me pautara investigar sobre aquel extraño objeto que cayó del cielo. Las hojas del libro están amarillentas y agradezco no sufrir de asma pues el olor que desprende ya habría cerrado mi glotis. Al abrir la portada un mensaje escrito en bolígrafo aún me sorprende: “¡Para ti! Ya me encontraste, ojalá te sea de mucho provecho”.


Una fotocopia se cuela entre el inventario de documentos que apenas inicio. Se trata de una noticia publicada en la página 6, sección información general, del diario Últimas Noticias del domingo 19 de julio de 1998. Su título es “Emergencia en Tucupido por caída de rastreador satelital y torrenciales aguaceros en la región”. Fue redactada por el periodista Ernesto Rodríguez quien me dijo cuando lo entrevisté: “eso quisieron ocultarlo… hubo reses muertas”.


En el antetítulo de la nota se señala “El ojo satelital emana alta radiactividad”, lo que hace que me fije en la libreta de tapa dura negra que también está sobre la mesa y que me ha acompañado durante estos años de pesquisas intermitentes. Busco entre sus páginas las anotaciones de una entrevista que realicé a un experto en satélites de nombre Patrick Morton, ingeniero colaborador de la NASA (Administración Nacional de Aeronáutica y del Espacio de los Estados Unidos de América), que trabajó en telecomunicaciones en pozos petroleros venezolanos hasta el paro del año 2002.


“El equipo que se llevó a Marte si contenía material radioactivo, los satélites que giran en torno a la tierra tienen pilas que contienen hidrazina, que no es radioactiva”, leo las declaraciones de Morton entre mis notas escritas en tinta negra que desmienten al periodista Rodríguez, quien me había confesado que no pudo consultar a ningún experto cuando redactó la nota: todos los periodistas hemos sufrido de la hora del cochino en la que hay que entregar en minutos la nota del día.


Busco hidrazina en Internet, cuya conexión logro gracias a un largo cable amarillo que atraviesa la sala y que incomoda el paso a cualquiera que en mi casa quiera atender el llamado de la puerta. Consigo que es un compuesto químico cuya fórmula es N2H4 y es usado como combustible para misiles, cohetes espaciales y satélites. Leo en la pantalla de mi Sony Vaio FE que la hidrazina es una sustancia altamente tóxica que ataca el sistema nervioso central y en altas dosis puede ser mortal.


Estos datos me hacen buscar entre los papeles que compiten por un espacio en la mesa un DVD en el que se encuentra grabada en video la entrevista a una enfermera que para la fecha del suceso estaba trabajando en el Hospital Pedro del Corral de Tucupido. Lo colocó en el lector de mi laptop y veo extractos de la entrevista. Sí, efectivamente mi memoria no me falló. La enfermera me había comentado que en los días siguientes a la caída del objeto se había presentado un aumento inusitado en el número de pacientes con casos de epilepsia y semanas después un aumento de abortos.


Mientras disfruto de una taza de estupendo café ecuatoriano consulto nuevamente Internet para confirmar que la epilepsia es una enfermedad caracterizada por trastornos neurológicos y que produce convulsiones. Pienso en los satélites, sus pilas, la hidrazina… y adelanto el video de la entrevista de la enfermera hasta que relata como el primer caso que recibió la noche de aquel sábado 18 de junio correspondió a un joven que luego de salir de su crisis convulsiva se empeñaba en contar como vio caer cerca de su casa un objeto muy luminoso.


Busco entre los documentos y encuentro varios emails impresos en los que leo: “una flotilla de inspección en forma de V invertida sobrevolaba la zona… pero los bruscos cambios electromagnéticos en la atmósfera perturbaron los equipos de navegación y la última nave del lado izquierdo cayó”. Los mensajes electrónicos me los suministró una curiosa mujer que estaba convencida de que en Tucupido lo que cayó fue un OVNI (Objeto volador no identificado).


Revuelvo los papeles y consigo la tarjeta de presentación de Martha Rosenthal. Bajo su nombre se lee Centro de Estudios e Investigaciones Planetarias (Ceinpla). Es inevitable recordar a ese indigente que entrevistaron a finales de los 80 para un programa de televisión y cuya frase permanece aún en el imaginario de los venezolanos: “no estoy loco, soy planetario”. Busco en otra carpeta y consigo la entrevista a Rosenthal que me publicaron en febrero de 1999. En la foto que acompaña la nota, tomada por mí, se le ve gesticulando decidida como quien está convencida de lo que dice. A su espalda una gaviota de cerámica parece tomar vuelo.


Guardo los papeles sobre el suceso en Tucupido en una carpeta de plástico transparente, me acabo el café ecuatoriano, salvo en un pendrive el archivo de este texto escrito a lo “ojodepescado” para presentarlo en la noche en la sesión del taller y me dispongo a continuar la lectura del libro Con Portugal en la Maleta apoyado sobre el mantel que trajo mi madre de Madeira mientras escucho en mi iPod -ganado gracias a Norkys Batista- la canción Meu Fado Meu interpretada por Mariza y Miguel Poveda.


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Foto:http://estaticos.20minutos.es/img/2008/07/31/854342.jpg

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